Un Papa Bien Afuego...

Como tiene una agitada agenda de trabajo, el rapero Julio Voltio trata de ser lo más alcahuete posible con sus niñas Naiyelis Liam (4) y Destinee Jeliam (2), que lo tienen derretido por lo mucho que lo tongonean con sus cariñitos.

Pero cuando el solista tiene que reprenderlas, lo hace, como cualquier padre responsable. Aparte de que las complace en sus caprichos si realmente se lo han ganado con su comportamiento.

El exponente de reguetón, casado con Marie Hernández, comenta a PRIMERA HORA que “ellas son la luz de mis ojos, y ésta es mi vida”.

“Soy loco con estar en casa, la doña me cocina y disfruto mucho jugar con las nenas”, sostiene emocionado.

Esa relación tan estrecha quedó demostrada en la tienda Bella Lola, en Guaynabo, donde las niñas se pasaron abrazando y besando a su papá en medio del juego.

“Como paso tiempo afuera, cuando llego a casa es a fuego con ellas y hasta abajo. Juego ‘Simón dice’ y le hago canciones aparte para ellas”, afirma.

El reguetonero describe a sus pequeñas como “súper cariñosas” y encuentra que la mayor heredó su carácter “porque es más de vacilón”. La pequeña, asegura, es más fuerte porque “lo de ella es de ella”.

Su alcahuetería con Naiyelis Liam y Destinee Jeliam la demostró en el área de juegos del establecimiento, que cuenta, además, con una cocinita y salón de belleza, así como con muñecas, juguetes y maquillaje, entre otras cosas.

El artista las peinó, maquilló y hasta les pintó las uñas. La coquetería de las niñas, asimismo, fue la atracción en la tienda, donde también se pegaron calcomanías y brillito en sus caritas. No pararon de jugar y, en ocasiones, los abrazos y halagos de cariño arropaban a su famoso papá.

“Ellas son bien buenas y se quieren mucho. Y también quieren mucho a su otra hermanita (Yulianisse Nicole, de dos años y medio, concebida en otra relación)”, dice.

Destinee Jeliam aseguró con su tierna vocecita que “yo quiero mucho a mi papá”.

Seguido, Voltio agrega que “yo me voy hasta abajo con ellas que lloran cuando me voy de la casa”.

Le inculca disciplina

Más allá del delirio por sus hijas, Julio Voltio las regaña, porque siente que ambas “trabajan en complot”.

“La grande hace algo que sabe que no está bien y la chiquita es la que vela para avisarle y para que no la cojan”, cuenta.

Entre risas, narra que hace poco la pequeña tomó el frasco de una crema de mentol, famosa para la descongestión nasal, y en medio de su ingenuidad, se empavonó el cabello y brazos, mientras su hermanita mayor la observaba. Cuando su papá las enfrentó, la grande dijo que no vio nada.

Seguido, la mamá de las niñas y esposa del reguetonero agrega que “ellas niegan todo al igual que el papá”.

Julio Voltio señala que las está criando “normal” y les permite que vean televisión y bailen reguetón.

“Ellas bailan reguetón y saben cuando la canción habla malo, y esa palabra no la dicen. Ya ellas saben...”, concreta.

Siente que a medida que transcurra el tiempo “hay que hablarle de la calle que está mala”.

“Soy bien open mind. Le hablamos de todo porque, niñas al fin, son curiosas”, asegura.

Cuando está en su hogar con sus chicas, les lee cuentos en su habitación y hasta se inventa historias con las que capta su atención. Además reza con ellas para enseñarles la importancia de la oración.

Su adoración con su papá es tanta, que en las mañanas Naiyelis Liam y Destinee Jeliam, despiertan a su mamá, no a su papá para dejarlo dormir “porque trabaja mucho”.

Cuando van de compras al supermercado, Naiyelis Liam siempre echa en el carrito el paquete grande del flan favorito de su papá.

Extraña mucho a su viejo

Hace mes y medio ocurrió el deceso repentino de su padre Julio Ramos tras perder su batalla con el cáncer, y hoy es cuando Julio Voltio más lo extraña.

Su semblante de alegría por la presencia de sus hijas y esposa cambió a uno más serio ante el tema de la muerte de su padre.

“El hombre era bien a fuego conmigo. Él era pana de Andy (Montañez). Ahora, que está pasando el tiempo, lo extraño más”, confiesa pensativo.

Hace varios días, según revela, soñó con su progenitor, a quien vio sentado en una silla. Narra que le preguntó cómo estaba y cómo se sentía, a lo que éste respondió: “Estoy bien y donde tengo que estar, y no donde la gente quiere”.

“El viejo era fuerte, pero bien a fuego conmigo”, sostiene.

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