Dejó de ser una “niña tonta”

Esta mañana, cuando Ivy Queen se miró en el espejo, no vio a “La Caballota” ni a la “La Potra”, muchos menos a “La Diva”. A días de su primer concierto en el Coliseo de Puerto Rico, Ivy Queen se sintió “Betty La Fea”. En su reflejo también percibió celajes de María Félix, Ednita Nazario, Jennifer López, Domingo Quiñones y Marc Anthony.

Pero, sobre esos rostros, vio que se interpuso el de Alexander, uno sin apellido, sin fama y sin influencias; pero con “el ingrediente más importante” de su persona: “la humildad”, una virtud que, dice, no interfiere con “reclamar la verdad: que yo soy la Reina del reggaetón”.

ste joven escuchó sus vivencias –cantadas en el disco “Sentimiento” y habladas con él en un encuentro–, no para hacer un reportaje o una promoción, sino porque en realidad le importan.

El fanático que vive en Los Ángeles, conocido en una de las miradas que constantemente echa por “la ventana más importante de mi vida, mi myspace” (http://www.myspace.com/ladivaivyqueen), representa la razón por la cual Martha Ivelisse se empeña en seguir siendo una artista: sus seguidores, los que “son más afuera que en mi tierra; eso se sabe”.

Éstos son los únicos críticos a los que obedece en sus sugerencias, los que le han enseñado las técnicas de “trabajo duro” para

“He ido conociendo a mis fans. Es increíble cómo son las únicas personas que entienden bien cómo una tiene que vivir siendo una artista.

Tú no sabes cuánto yo he recibido de ellos en lo emocional, cuánto yo les debo, cuánto ellos me han contado de sus vidas, y yo de las mías. ¿Cómo yo no voy a darles un producto de calidad, si no es esnuándome (el alma)?”, expresa a PRIMERA HORA la compositora en una extensa entrevista en el restaurante Palmer del hotel Caribe Hilton, en San Juan.

Esa otra mirada a su esencia es para explicarse a sí y misma tiene tres vertientes: la personal, enfocada en su transformación “de la nena machito a la glamorosa”; la social, presente en sus composiciones y ahora, además, en su naciente faceta como empresaria; y la musical, la que más difícil se le hace justificar, tal vez porque la subordina demasiado a las otras dos.

“Yo me siento como (el personaje de) ‘Betty (La Fea’, de la telenovela colombiana ‘Yo soy Betty, la Fea’), cuando entró a la oficina y todo el mundo se quedó mirándola. Yo me identifico con ella porque nunca perdió la humildad, pero dejó de ser esa niña tonta”, comenta al recordar sus inicios con ropa ancha y “esta misma voz de macho que ahora veo como algo positivo”.

En esas memorias también están las sempiternas críticas, las que antes la “atribulaban, aturdían”.

“Yo hablando con Alexander le cuento que, un día, yo vi un vídeo de Lucía Méndez llorándole a María Félix porque estaban diciendo que ella era satánica. Y María le contestó: ‘¿Por qué tú lloras? De mí han dicho que soy lesbiana, que soy infiel, un montón de cosas. Y yo tranquila, lo mío es ser artista’”, narra abriendo sus ojos café claro con destellos anaranjados.

¿Artista solamente? ¿Y si se apaga? Ivy Queen insiste en que a ella solamente la “apaga Dios”; y que la línea de ropa y perfumes que está planificando lanzar también es una forma de reciprocar a su público.

“En myspace he conocido el sufrimiento de tantas mujeres y tantos hombres que están en mis canciones. Pero también se parecen a mí en esto de comprar, en la vanidad femenina. Por eso traigo una línea urbana y una de glamour”, manifiesta tras admitir que aún no se acostumbra a dirigir una junta empresarial.

De nuevo, “me siento como ‘Betty’ frente a los directivos, demandando las cosas que yo quiero. A veces veo caras incrédulas y me pregunto: ‘¿todavía estarán viendo el caparazón, estarán viendo los tatuajes, las uñas largas?’.

Entonces, piensa en Jennifer López y se anima. “Ella tiene tantas empresas con un equipo pequeño. Eso mismo haré yo: poquita gente, más control y más concepto”, acota la diseñadora respaldada por David, el dueño de la tienda Nous, y del modisto Luis Antonio.

Nada de eso es importante cuando de interpretar sus canciones en vivo se trata, acepta. Sin embargo, la boricua es de los que desdeñan el entrenamiento musical.

“Cuando grabé con Domingo Quiñones en su disco ‘Se necesita un milagro’, veía que él se iba a hacer unos sonidos: la la la, mi mi mi, y yo: ‘Mingo, ¿qué es eso? ¿Para qué tú haces eso’, y me eché a reír”, relata la practicante de consejos como los que le dio Ednita Nazario: “camina por la playa, medita, busca paz”.

Y es que Ivy opina que “se nace con el talento”.

Pero, ¿y los cantantes que desafinan?

Bendito, es que los nervios traicionan... (Ríe). Yo he visto a Don Omar nervioso y trato de calmarlo. Una vez yo estaba igual y Marc Anthony me dijo: “El día que sientas esos nervios es porque sabes que la gente te ama. Canta y te va a salir bien”. Eso no se me va a olvidar.

¿Y no es injusto para los que cantan de verdad? ¿Para el público?

Hay de todo en la viña del Señor. Si no hay de ésos, los otros no brillamos tanto. Al público, lo que es yo, le doy mi corazón, y ése me garantiza que tengo talento y que no voy a desafinar. Eso lo verán este viernes en el “Choliseo”...

Ivy Queen se interrumpe para posar frente un cristal con el que vive la experiencia opuesta a la del espejo: el lente fotográfico.

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